Publicado en el diario Ideal de Granada el domingo 10 de septiembre de 2017.
«Puerta Real»
El ‘glorioso alzamiento’ de La Alpujarra.
Afirmar que la conmemoración de una guerra civil, sea la que sea, es una gran oportunidad para otorgar a nuestro provincia el protagonismo que merece suena a burla y escarnio
CONVERTIR arcabuzazos, envenenamientos, degollinas, empalamientos, lapidaciones, crucifixiones y desolladuras varias en ‘Patrimonio del Paladar’ tiene su arte. Lo ha demostrado en el Parlamento andaluz Olga Manzano quien, en una brillante cabriola dialéctica, consiguió que la Cámara autonómica aprobara por unanimidad una proposición no de ley para conmemorar el 450 aniversario de la Rebelión de las Alpujarras con un congreso internacional; una ruta alpujarreña ‘made in Legado Jerónimo Andalusí’, y –¡tatachán!–, talleres didácticos bajo el epígrafe ‘Patrimonio del Paladar. La cocina morisca’. El copyright es de la Mancomunidad de Municipios de la Alpujarra Granadina y del Centro de Estudios Históricos del Valle de Lecrín y La Alpujarra, en tanto que la consecución y tramitación de la licencia es fruto de la persuasión de la mencionada diputada socialista que con su magnífico toque de efecto se llevó el gato al agua y consiguió el ‘nihil obstat’ del resto de diputados granadinos, afectados probablemente por el ‘jet lag’ posvacacional, y el beneplácito de todos los grupos de la Cámara a este programa de actividades conmemorativas del Levantamiento Morisco en tiempos de Felipe II, aquel monarca concebido en la Alhambra y parido en Valladolid.
Para aunar las voluntades de nuestros próceres, la parlamentaria adujo que “es una gran oportunidad para otorgar a las provincias de Granada y Almería el protagonismo que merecen y –¡ojo al dato!— organizar distintas acciones de promoción específicas que impulsen la creación de este evento a nivel nacional e internacional”. Si a usted, amigo lector, le pasa como a mí y observa un cierto batiburrillo conceptual en la parrafada, vuelva a leerla; comprobará que efectivamente hay batiburrillo, pero eso es lo de menos. Ya estamos convenientemente acostumbrados a la jerga florida, evanescente y vacua de la clase política. Hay que quedarse con el meollo, con la tajada. Se trata, ni más ni menos, que de sacarle la máxima promoción turística a aquel levantamiento, rebelión o guerra –llámese como se quiera— que no fue sino una ignominiosa bestialidad. Y conseguir hacer atractiva la crueldad tiene una carga de ingenio que no podemos dejar de resaltar. ¡Coño!, que a ningún historiador desde don Diego Hurtado de Mendoza hasta nuestros días se le había ocurrido celebrar un congreso internacional denominado ‘450 aniversario de la guerra de las Alpujarras: Recordar la guerra, construir la paz’. Si es que se le saltan a uno las lágrimas, ¡es la leche!, porque con ello se pretende “pensar nuestra historia desde todas las experiencias y miradas, sin exclusiones”. ¿No siente usted al leer esto algo parecido a los acordes de una lejana melodía perdida en los recovecos de la memoria y compuesta en clave de sol para la Alianza de Civilizaciones del señor Rodríguez Zapatero? Perdóneme, paciente lector, pero todavía no he acabado de reproducir la meditada argumentación de Su Señoría. Porque Olga Manzano redondea su exposición diciendo que se pretende asimismo “entre otras cuestiones, poner en común nuestros conocimientos actuales de la sociedad española del periodo pero también de aquellos fenómenos sociales que aún tensionan nuestra sociedad”. Vamos, que ni Dionisio Ridruejo refiriéndose a la sublevación militar del 18 de julio del 36 lo hubiera expresado mejor.